Citrus sinensis o Citrus aurantium es el nombre científico que recibe la flor blanca que llena nuestros naranjos y aromatiza los campos cuando llega la primavera. El nombre que recibe hoy en día, Azahar, proviene del término árabe hispánico azzahár, y éste a su vez, del árabe clásico az-zahr.
El azahar no se encuentra únicamente en el naranjo sino que también podemos encontrar esta preciosa flor creciendo en limoneros y cidros.
Sabemos que la primavera ha llegado hasta Loriguilla cuando el aroma del azahar inunda el pueblo y los campos se convierten en mantos blancos. Supone una gran alegría para todo el equipo de Valorange ver los campos floreciendo ya que en el interior de cada flor están comenzando a crecer las naranjas de la próxima cosecha.
A pesar del agradable olor que desprenden y la bonita imagen que forman en el árbol, sólo podemos disfrutar de ellas durante un corto periodo de tiempo, alrededor de un mes.
No todas las flores de azahar que florecen en el naranjo darán lugar a una naranja o mandarina y esto es esencial, pues si todas las flores produjeran un fruto el árbol no sería capaz de soportar el peso ni de nutrir todas las naranjas para que crecieran dulces y llenas de zumo. De este modo, sólo el 20% de las flores de azahar permanecen en el naranjo y el resto cae al suelo.
A diferencia de muchos otros frutos, el azahar no necesita ser polinizado por abejas para desarrollar la naranja ya que pueden llevar a cabo la partenocarpia y así desarrollar el fruto sin haber sido fecundada. Tras un mes, la flor que ha quedado en el árbol va perdiendo sus pétalos para revelar el óvulo que será la futura naranja o mandarina.
El azahar no solo es fantástico por poder producir una naranja, sino que además posee muchas propiedades terapéuticas y es ampliamente empleado en cosmética. Así pues, todas esas flores que han caído al suelo son aprovechadas para obtener perfumes, aceite esencial de azahar, infusiones (por sus propiedades ansiolíticas), aromatizantes para repostería, y tónicos faciales o desmaquillantes.
A nosotros nos encanta aprovechar esta época para recoger las flores que han caído al suelo y dejarlas secar durante unos días al sol. De este modo, luego podemos introducir las flores desecadas en saquitos de tela para colgarlos dentro del armario o en el coche, por ejemplo, lo que permite disfrutar de ese magnífico aroma mucho después de que las flores hayan dado paso a nuestras mejores naranjas y mandarinas.