La vitamina C (ácido ascórbico) tiene un papel muy importante en nuestro cuerpo: nos ayuda a producir colágeno para la creación de tejidos, cartílagos y tendones, combate el envejecimiento gracias a sus propiedades antioxidantes, y nos protege de otros factores externos como los rayos del sol, estrés, contaminación…
Por otro lado, nuestro sistema inmunitario también está expuesto a numerosos virus que pueden causar síntomas de invierno, como el resfriado.
Este otoño e invierno se presentan fríos, y para evitar más visitas al médico de la cuenta, queremos que sepas que la vitamina C te va a ayudar a aliviar y prevenir esos síntomas tan molestos, así como a mantenerte en forma.
El cuerpo humano por sí mismo, no produce vitamina C, la consigue a través del consumo de fruta y verdura (o a través de pastillas o cápsulas de vitamina C). ¡Pero desde el punto de vista nutritivo, te aconsejamos consumir alimentos naturales y frescos como fuente principal!
La naranja y su zumo es una de las fuentes más ricas de vitamina C, que contribuye a reducir el cansancio y la fatiga, y también ayudará y reforzará tu sistema inmune, aumentando tus defensas, por lo que es clave para recuperarnos de un resfriado.
Un buen zumo de naranja recién exprimido, además de estar riquísimo, te ayudará a empezar el día con energía. Además, tienes que saber que las propiedades de su vitamina C se mantienen en perfectas condicione hasta 12 horas después de exprimir las naranjas. Eso sí, ¡tendrás que conservarlo en tapado, lejos de la luz solar y de altas temperaturas, para que su sabor no se haga amargo!
El consumo diario de vitamina C recomendado es de 75 mg (mujer) y 90 mg (hombre), aproximadamente. Cuidado con los excesos, porque pueden causar diarrea, náuseas y cólicos estomacales.
Por último, además de en los cítricos, hay más alternativas en las que puedes encontrar vitamina C, como el brócoli, las fresas, el kiwi o la papaya.